En el país
de los monstruos todo es posible, así que teniendo a la Ciencia y a la fantasía como nuestras mejores aliadas,
disfrutamos de un divertido taller con los más peques.
Comenzamos
preparando una merienda para monstruos. Cada niño/a disponía de 2 vasitos y una
copa. En uno de los vasos echaron
bicarbonato y en el otro levadura y en ambos añadieron unas gotas de colorante.
Y en la copa echaron bicarbonato junto con un chorrito de detergente. A
continuación se les sirvió con una tetera lo que en principio era un líquido
mágico, que terminó siendo vinagre. El entusiasmo de los peques se adueñó de la
sala mientras comprobaban que sus refrescos para monstruos crecían y crecían hasta
derramarse en sus platos.
A
continuación les introduje el concepto de reacción química, de ácido y base,
hablamos del gas liberado en los productos que los identificamos como CO2
y les hice notar la diferencia entre el
vasito que contenía levadura, el que contenía bicarbonato y la copa con
bicarbonato más detergente. Y ellos explicaron de manera muy acertada el porqué
de las diferencias.
Una vez que
los monstruos habían merendado, llegó el momento del juego: ¿Quién sabe a qué
juegan los monstruos? ¡¡¡¡A crear tornados dentro de botellas!!!! y como yo era
conocedora del secreto de cómo lo hacían se lo transmití a mis pequeños y
ávidos científicos, bajo el firme compromiso de que ellos guardarían tan
preciado secreto.
Así que en
dos botellas que se iban pasando creamos auténticos tornados y a continuación
mis alumnas María Martínez y Andrea Naranjo (excelentes monitoras) crearon un
tornado gigante dentro de 2 botellas de refresco unidas.
Así que este
juego nos sirvió para hablar de velocidad y de fuerza de rozamiento.
Por último,
esa tarde nevó en el país de los monstruos, pero no una nieve como la que los
peques conocían, sino una nieve cálida, seca y de colores. Crearon su propia
nieve artificial con poliacrilato de sodio extraído de pañales de bebé, un
poquito de colorante, que da mucho juego y agua. Aquí hablamos de la propiedad
física, hidroscopicidad característica de esta sustancia, poniendo ejemplos
comparativos con la cantidad de agua que ellos pueden beber.
Y con esto
la monstruosa y divertida tarde del 20 de marzo llegó a su fin.
Resaltar el
excelente comportamiento de todos los niños/as asistentes al taller y me quedo
con su imaginación, entusiasmo y curiosidad científica innata.